La pobreza, para empezar, es una vergüenza para la
humanidad. El hambre, no es ya solo una vergüenza, es un fracaso mayúsculo,
pero en esas estamos; en Madrid, la Comunidad con mayor PIB de España, la pobreza
ha aprisionado en sus sucias garras a un 20’6% de la población, según datos del informe de CCOO en 2018 “Marcadores de
pobreza, riesgo social y desigualdad en la población madrileña”.
La inseguridad vital que supone la pobreza ha aumentado en
Madrid un punto porcentual desde 2014, es decir, la recuperación económica no
ha llegado a quienes más lo necesitan para vivir; me reitero, es una vergüenza.
Es más, Madrid, es una de las comunidades con mayor tasa de pobreza en
comparación con otras comunidades. ¿Cómo pasa esto?
Porque Madrid es una de las comunidades, según el informe de
CCOO, que peor gestiona las políticas dirigidas a paliar la pobreza, en
comparación con otras comunidades. Nada menos que el 20,3%, es decir, una de
cada cinco personas sufre de pobreza en la capital de España, 1,3 millones de
personas, 505.500 personas en situación de pobreza severa (hogares cuyos
ingresos son inferiores a 335 euros mensuales).
Según el INE (Instituto Nacional de Estadística) el 46% de
hogares madrileños tienen problemas para llegar a fin de mes, el 34% no pueden
afrontar gastos imprevistos y el 8% no puede ni calentar su casa.
Según Unicef, el número de menores de edad en riesgo de pobreza
en 2016 alcanzó en la Comunidad de Madrid los 350.000, el 29% de la población
entre 0 y 17 años, desde 2014 la proporción de menores en riesgo de pobreza ha
aumentado 6 puntos porcentuales.
El director ejecutivo de Unicef España, Javier Martos, tiene
claro que "en España hay un problema estructural con la infancia",
concretamente en la inversión y que "se ha agravado con la crisis económica",
según un artículo de El País firmado por Carlos Moreno Ginés.
Como conclusión, los que mandan están ahí para solucionar
este tipo de problemas, yo lo pienso así, aunque parece que la inacción se ha
enquistado en esta sociedad en la que las desigualdades son cada vez mayores.
Hay que luchar contra la pobreza y el hambre, es esencial, por humanidad, por
empatía, por respeto, por decencia.