Los orígenes de las corridas de toros son del siglo XIII donde unos caballeros montados a caballo o alanceadores realizaban una suerte de toreo caballeresco precedente del rejoneo aunque se tienen datos que afirman que ya en la cultura grecolatina se corrían los toros como fiesta popular.
La historia del toreo fue evolucionando cada siglo
incorporando nuevos artefactos y nuevas formas de realizar el espectáculo pero
no fue hasta el siglo XVIII cuando se implantaron las corridas de toros tal y
como las conocemos hoy en día, creándose las primeras plazas de toros.
El mundo del toreo no solo abarca el espectáculo, es
un fenómeno socio-político-cultural-económico que ha tenido siempre detractores
y partidarios, desde casi los principios históricos del toreo se ha intentado
prohibir éste pero nunca se ha conseguido, diversos monarcas e incluso la Iglesia
se han opuesto a las corridas por diferentes motivos.
Por ejemplo, la Generación del 98, veía a la tauromaquia
como un ejemplo del atraso español, uno de ellos, el escritor antitaurino
Eugenio Noel llamaba a las corridas de toros “crímenes de raza”, para él la
fiesta se reducía a sangre, crueldad y porquería. Otro detractor fue Miguel de
Unamuno que dijo que “siempre me han aburrido y repugnado las corridas de toros”
y así muchos otros.
En la actualidad son los grupos de defensa de los
derechos de los animales los que quieren abolir la práctica del toreo, ya que
ven en ella una práctica cruel que atenta contra la sensibilidad y el buen
gusto de las personas, así como a los derechos de los animales, llegando a
considerarla como tortura.
Por otro lado están los defensores, como el
catedrático Andrés Amorós que dice que el toro de lidia tiene una vida igual o
mejor que el toro de granja o los que dicen que el toro de lidia no existiría
en la época actual si no fuera por las corridas de toros y que se trata de
descendientes del toro ancestral, el uro.
La polémica está servida y viene de lejos, ni más ni
menos, que de las luchas entre gladiadores y bestias; particularmente no me
gustan los toros, creo que es un espectáculo anticuado y sangriento, que ha
sido parte de la cultura y la historia de este país pero que debe de ser dejado
en el olvido por el bien de los animales.
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