domingo, 30 de diciembre de 2018

El tren de los cartoneros



Viví en Buenos Aires un par de meses, en la Avenida Corrientes número 6011, al lado de la estación del subte Dorrego. A veces salía de noche a pasear, no muy acosenjable en esta ciudad por la inseguridad ciudadana. En Argentina hay muchos asesinatos y la corrupción campa a sus anchas, tanto en la judicatura como en la policía y también entre los políticos.

A las doce de la noche, al lado de mi casa pasaba el tren de los cartoneros  para llevarlos al extrarradio y allí confluían un número elevado de estos recuperadores urbanos. 

Los cartoneros van recogiendo el material reciclable que encuentran por la ciudad y después lo venden para cobrar un salario. Surgen después de la crisis del corralito en 2001, a mucha gente no le quedó otra opción que salir a la ciudad a recoger cartón porque lo habían perdido todo (en 2002, se calculó que había alrededor de 40.000 cartoneros trabajando en Buenos Aires).

Allí se encontraban todos los cartoneros con esos pesados carros hasta arriba de material, a la espera de que pasara el tren de los cartoneros o tren blanco, un tren exclusivo para que ellos puedan montar sus carros. Al salir a la calle y pasar por delante de ellos, veías hasta niños que te pedían dinero a la voz de “Vos, dame un peso”.

La escena impactaba al igual que impacta Buenos Aires, una ciudad que cuenta con una clase social empobrecida, un taxista me lo decía, es el propio país el que no te deja avanzar,  progresar. Allí estaba yo, al lado de decenas de cartoneros a la espera de ese tren útil pero marcado por el motivo de su creación.

Desde el 2001, que fue cuando estalló la crisis del corralito, los cartoneros han progresado gracias a la MTE  (Movimiento de Trabajadores Excluidos) y la FACCyR (La federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores), que luchan por la defensa de los derechos y el reconocimiento del valor ambiental y social de la labor que desarrollan.

La pobreza se hace palpable al ser rodeado por estos trabajadores, una sensación que también tuve cuando viajé a Marraquech, la pobreza te golpea en la cara, te agita la mentalidad europeísta del “Estado del bienestar”, la pobreza es más visible que en España, aquí tenemos pobreza pero no se puede comparar. 

“El tren de los cartoneros”, un símbolo que define a todo un país, es más que un medio de transporte, y aunque me parece un trabajo muy honrado no deja de revolverme, perdido en mis valores occidentales, que, por otra parte, son el sueño de millones de personas, entre ellos el sueño de los cartoneros de Buenos Aires.

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